Armarios, estanterías, fregaderos, mesas y todo tipo de muebles de cocina conforman el mobiliario de acero inoxidable. Las características que debemos buscar en este tipo de producto son la durabilidad, la fácil limpieza, el montaje intuitivo y sencillo y la calidad de los materiales y acabados.
En este artículo hablaremos sobre el mobiliario de cocina de acero inoxidable: cómo es su mantenimiento y qué tipo de aceros existen.
¿Por qué se utiliza el acero inoxidable en el mobiliario para cocinas?
La mayor parte del mobiliario de la cocina está fabricado en acero inoxidable, un material ideal por sus numerosas propiedades que le confieren la estética y durabilidad deseada por los profesionales del sector. Los detalles que marcan la calidad del mobiliario en acero inoxidable son el material utilizado en su fabricación y sus acabados.
El acero inoxidable es la aleación de hierro con un contenido de cromo (≥ 10,5 %) y de carbono (≤ 1,2 %), necesario para asegurar una capa protectora superficial autorregenerable (capa pasiva), que proporcione la resistencia a la corrosión.
Este material es el más indicado para el mobiliario que albergan las cocinas profesionales. Obviamente, se pueden añadir muchos otros elementos como el níquel, el molibdeno o el titanio, por enumerar los más famosos.
Cada uno de estos elementos aporta una propiedad particular al acero inoxidable y al final se obtiene un metal brillante o mate que servirá para la fabricación de elementos de preparación, de cocción, de distribución, las encimeras de muebles, los interiores de hornos e, incluso, cubiertos, ollas, etc.
Mantenimiento adecuado del acero inoxidable
Una limpieza y aclarado regular con abundante agua es suficiente para conservar su aspecto inicial y garantizar su resistencia a la corrosión de manera duradera. Sin embargo, la limpieza de encimeras, suelos y otras zonas de la cocina requiere el empleo de productos de desinfección, que a menudo pueden tener cloruros (sal) o principios activos que pueden causar la corrosión del acero inoxidable.
Para mantener el acero inoxidable, es conveniente utilizar preferentemente un paño limpio, en particular en los acabados brillantes. Se puede utilizar un estropajo no metálico pero solo en caso de necesidad, para evitar rallar la superficie.
En este caso, siempre se debe respetar el sentido del pulido de la superficie (si existe) para evitar dañar el aspecto del mobiliario.
A la hora de cocinar hay que evitar que la sal se acumule durante mucho tiempo en la misma zona, por eso, en caso de contacto regular con elementos muy salados, el profesional deberá elegir la calidad del acero inoxidable cuidadosamente.
Igualmente se debe evitar poner en contacto materiales diferentes (aluminio, cobre, acero, acero galvanizado y acero inoxidable) en entornos húmedos.
Para limpiar las patas de los muebles, se debe utilizar un cepillo de nylon para evitar rayar el material y nunca se empleará un cepillo metálico y menos de acero.
Tipos de acero inoxidable para mobiliario
Uno de los aceros inoxidables más extendidos es el que contiene únicamente cromo, a este se le llama ferrítico, ya que tienen una estructura metalográfica formada básicamente por ferrita. Son magnéticos y se diferencian porque son atraídos por un imán.
Con elevados porcentajes de carbono, estos aceros son templables y pueden endurecerse por tratamiento térmico. Se llaman aceros inoxidables «martensíticos», por tener martensita en su estructura etalográfica.
Los aceros inoxidables austeníticos se pueden endurecer por deformación, pasando su estructura metalográfica a contener martensita. Se convierten en parcialmente magnéticos, lo que en algunos casos dificulta el trabajo en los artefactos eléctricos.
Cuando el acero inoxidable contiene más de un 7% de níquel, se les llama austeníticos, ya que tienen una estructura metalográfica en estado recocido, formada básicamente por austenita.