Los números rojos cuestionan la viabilidad del sector delivery

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Imagen: Shutterstock

¿Qué ocurre en el sector delivery? El pasado mes, la plataforma de comida a domicilio Just Eat registró un millón de pedidos, batiendo su récord desde que aterrizó en España en 2010. Sin embargo, las cifras no son igual de buenas para otras empresas. Es el caso de Glovo, que multiplicó por siete sus números rojos en 2016 hasta los 4,52 millones de euros, así como de Deliveroo, que a pesar del fuerte crecimiento (ya opera en 150 ciudades de 12 países y distintas filiales), ha registrado unas pérdidas operativas a nivel mundial de 141 millones de libras (162 millones de euros) en el mismo año que su compañera.

La Directora general de Deliveroo España, Diana Morato, en una explicación de cuál es la situación de la marca, ha comentado que dicha cifra supone multiplicar por cinco el resultado negativo del año anterior y que los números rojos superen además el volumen de ingresos. Para mayor inri, el grupo británico ha visto tambalear el negocio al ser acusados en España por la Inspección de Trabajo de emplear a falsos autónomos, lo que podría suponerles un duro golpe monetario.

Expansión con dificultades

Los datos obtenidos en el caso de su filial en España, Roofoods Spain, desde que se constituyera en 2015, apuntan a un crecimiento del negocio, que va acompañado de numerosas dificultades para que su rentabilidad en el mercado español logre arrancar. Ya el primer año, en el que apenas tuvo actividad, registró unas pérdidas por el lanzamiento de casi un millón de euros. En 2016, los ingresos se situaron en 3,8 millones, al mismo tiempo que los números rojos se dispararon hasta 5,6 millones de euros. Sin embargo, aunque por cada euro que ingresó ese año la compañía perdió 1,4 euros, la matriz está inyectando dinero en la filial.

Morato cuenta que Deliveroo tiene su sede fiscal en Londres y que «no trata de eludir el pago de impuestos a través de países con baja tributación como Luxemburgo, Holanda o Irlanda». Con cinco años de vida, la firma se ha hecho con más de 35.000 restaurantes y más de 30.000 repartidores, que trabajan en calidad de autónomos.

Batalla judicial

La situación es todavía menos favorable para la empresa si se tiene en cuenta la batalla judicial abierta. Aparte de los problemas que enfrenta Deliveroo para rentabilizar su negocio, se suma el riesgo de tener que asumir como empleados a toda la flota de autónomos que prestan para ellos el servicio de reparto a domicilio. «De momento, la inspección de trabajo de Valencia ha exigido a la compañía el pago de 160.000 euros a la Seguridad Social por las cotizaciones no satisfechas de unos 50 riders, tras detectar que operaban como falsos autónomos», afirma Morato.

Aunque la firma ha recurrido la decisión ante la justicia, si el Supremo dictamina que los repartidores son empleados de estas plataformas, los costes laborales de su negocio comprometerán todavía más la viabilidad de este tipo de empresas. «El modelo de negocio de las plataformas sólo es viable porque no tienen que soportar el coste de tener una red de repartidores. Van a tener que adaptarse a la legislación y subir los precios del servicio si quieren sobrevivir», explican desde el sector.